miércoles, 9 de diciembre de 2009

Dos notas relacionadas con Héctor Germán Oesterheld


La casa recuperada en Tucumán

Tras un largo proceso judicial, el nieto del autor de El Eternauta podrá volver a la vivienda que compartió con sus padres Diana y Raúl, ambos desaparecidos. La Justicia desalojó a la ex policía que se había instalado en dictadura.

Fernando Araldi Oesterheld podrá cumplir su sueño de volver a ver por dentro la casa de San Miguel de Tucumán donde vivió con sus padres, Diana y Raúl, ambos desaparecidos. Después de una larga batalla judicial logró que la Justicia desalojara a una ex policía que se había instalado en la vivienda en plena dictadura gracias a su amante, el entonces jefe de inteligencia de la policía provincial, Roberto “el Tuerto” Albornoz, acusado de la desaparición de la pareja. La mujer, María Elena Guerra, estará en el banquillo en febrero, acusada de usurpación, en el mismo juicio oral en el que serán juzgados Antonio Domingo Bussi, Luciano Benjamín Menéndez y el propio Albornoz por los crímenes cometidos en el centro clandestino que funcionaba en la Jefatura de Policía. [Seguir leyendo en Página 12]


ENTREGAN DOCUMENTACION SOBRE EL CENTRO CLANDESTINO EL VESUBIO
La Plata, 8 de diciembre (Télam).- La Comisión por la Memoria de la provincia de Buenos Aires entregará mañana al Tribunal Oral Federal 4 de Comodoro Py documentación sobre el centro clandestino de detención El Vesubio, en el marco de causa con 8 imputados y casi 200 víctimas, que llega a juicio oral el próximo 15 de diciembre.
Según precisó un comunicado de la Comisión, a las 11 una comitiva integrada por Hugo Cañón, Laura Conte, Fortunato Mallimaci, Mauricio Tenembaum, Aldo Etchegoyen y Alejandro Mosquera, entregarán documentos del archivo de la ex Dirección de Inteligencia de la Provincia de Buenos Aires (DIPPBA).
El centro clandestino "El Vesubio" funcionó en La Matanza incluso desde antes del golpe de 1976, y hasta 1978 y allí funcionó un centro de inteligencia y acopio de información.
Por ese centro pasaron entre otros, Héctor Oesterheld, Raymundo Gleyzer, Haroldo Conti, Jorge Watt y Pablo Miguez, un adolescente de 14 años torturado delante de su propia madre y obligado a presenciar los vejámenes cometidos sobre ella.
El Archivo de la ex DIPPBA, que gestiona la Comisión por la Memoria desde el año 2000- ha elaborado hasta el momento casi 3.000 informes a pedido de la justicia. [Vía El patagónico]

lunes, 7 de diciembre de 2009

Y sigue...


Vía El diario de Bolivia

Morales gana comicios con 63,3% y obtiene dos tercios

Bolivia vivió una fiesta electoral ayer y Evo Morales nuevamente fue vencedor de estas elecciones presidenciales con el 63,3 por ciento de los votos, según resultados a boca de urna.

De acuerdo a datos extraoficiales, Morales obtuvo el 63,3 por ciento de la votación.

Tras los anuncios de victoria, partidarios del Movimiento Al Socialismo (MAS), se dieron cita en plaza Murillo, donde el actual mandatario emitió un mensaje agradeciendo a la población y anticipando que acelerará las transformaciones previstas en el marco de la revolución democrática y cultural al servicio del pueblo boliviano.

“Nuevamente el pueblo boliviano hace historia gracias a la conciencia de los bolivianos, con su participación en estas elecciones demuestra que es posible cambiar nuestra Bolivia”, dijo

Morales aseguró que el control de las dos cámaras de la Asamblea Legislativa Plurinacional, le dará el empuje para concretar el proyecto político.

“ Este programa ya no es sólo de un partido sino de todo el pueblo boliviano, tenemos una gran responsabilidad con Bolivia, que obtengamos más de dos tercios en los diputados y senadores nos obliga a acelerar este proceso de cambio”

Morales agradeció a los dirigentes de los diferentes sectores que le respaldaron y a los departamentos de Bolivia y a los residentes bolivianos en el exterior que por primera vez en la historia democrática del país eligieron a un Presidente.

Asimismo se mostró especialmente agradecido con la población de todos los departamentos. “Sorprendido del resultado pese ante varias mentiras y ofensas, yo he creído en el pueblo boliviano, los movimientos sociales, para derrotar al modelo del pasado, al neoliberalismo”, expresó.

Los informes preliminares basados en los conteos rápidos dan cuenta que el MAS ganó de lejos a los otros frentes políticos como el PPB-CN de Manfred Reyes Villa que logró 24,2%, UN de Samuel Doria Medina que consiguió 7,9% y AS de René Joaquino, que sumó 2,4% de los votos a nivel nacional, según la encuesta realizada por Ipsos Apoyo Opinión y Mercado y difundido por la red ATB.


martes, 1 de diciembre de 2009

El sueño inquieto de Volpi


“No quiero sonar como uno de esos malignos aguafiestas que no se cansan de embutirnos su amargura y señalan una y otra vez que América Latina nada tendría que festejar en 2010”. Lo anterior lo dice Jorge Volpi en alguna de las páginas finales de su libro El insomnio de Bolívar. Cuatro consideraciones intempestivas sobre América Latina en el siglo XXI. Yo me siento más parte de los “malignos aguafiestas” que de los celebradores irreflexivos. Y creo que Volpi se encuentra también un tanto hacia los aguafiestas al tratar de desgranar las conclusiones que se pueden ubicar en este libro, pero le cuesta resignarse a echar a perder las fiestas, incluso, de un gobierno del que forma parte.
         El adjetivo “intempestivo” se encuentra utilizado de manera más que atinada. Dentro de ese análisis que Volpi hace de la situación contemporánea (dejando de lado de manera “intempestiva” también, la posibilidad de recuperar muchos elementos del proceso histórico de América Latina que lo obligarían a matizar diversas afirmaciones), decide elaborar un diagnóstico desde el presente y proyectarlo a un futuro que marca la posibilidad de una integración (ante todo económica) con la otra América, y, en ese sentido, cumplir con el sueño de Bolívar de conseguir una América integrada (con los Estados Unidos). Una ficción político-histórica que Volpi denomina los Estados Unidos de las Américas (EUA).
         Dotado de una pluma privilegiada y un ritmo que se acomoda en muchas partes de mejor manera en el ensayo que en la narrativa, Volpi cuestiona la existencia de la idea de América Latina como un ente que pueda ser definido de manera determinante y homogénea. Su primera consideración, “Deshacer la América”, marca ya la línea que animara las reflexiones posteriores: una tesis que ha servido, sobre todo en los últimos días de constante campaña publicitaria del volumen, para generar una polémica que en el punto más álgida se vuelve más estéril, en tanto no permite acuerdos reflexivos y críticos, sino más separación entre los “aguafiestas” y “los otros”. La conclusión de la primera consideración es más que clara:
Resumo: nada de lo que distinguió a América Latina en el siglo XX queda en pie. Se marcharon dictadores y guerrilleros; el realismo mágico© y nuestro exotismo tropical han perdido su atractivo; los intercambios culturales entre nuestros países se han vuelto irrelevantes; y las altas y bajas de la democracia nos han normalizado hasta el aburrimiento. Preguntémonos entonces, otra vez, ¿qué compartimos, en exclusiva, los latinoamericanos? ¿Lo mismo de siempre: la lengua, las tradiciones católicas, el derecho romano, unas cuantas costumbres de incierto origen indígena o africano y el recelo, ahora transformado en chistes y gracejadas, hacia España y Estados Unidos? ¿Es todo? ¿Después de dos siglos de vida independiente eso es todo? ¿De verdad?
Cabría acotar que “lo mismo de siempre” alude al estereotipo que rodea a la construcción de la imagen de lo latinoamericano en el siglo XX, y a cuestiones que pensadores, escritores y filósofos han tratado de desentrañar durante largo tiempo. Curioso resulta que, a pesar de citar a Carlos Monsiváis (probablemente otro “aguafiestas”), no haya reparado en otra larga lista de elementos que, también, acercan y definen a América Latina. Menciona Monsiváis en “Ínclitas razas ubérrimas” en Aires de familia. Cultura y sociedad en América Latina:
[...] si no queremos tomar en cuenta los grandes procesos formativos de la lengua y las similitudes históricas, basta sumar algunos elementos: el aspecto de las ciudades (bellezas naturales y logros arquitectónicos aparte) uniformadas por las prisas de la rentabilidad, las opresiones de la deuda externa, la concentración monstruosa del ingreso, las asimilaciones incesantes de la americanización, los efectos de la economía neoliberal, el papel rector del analfabetismo funcional, los resultados más bien fatídicos de la moda en arquitectura y artes plásticas, las zonas del arrasamiento ecológico y los niveles de contaminación causados por el capitalismo salvaje, el auge del desempleo y el subempleo, el fracaso de la educación pública y, para el caso, de la educación privada, que sin embargo se compensa por el éxito de sus egresados... Del lado opuesto, se dan procesos culturales a fin de cuentas simultáneos, se desarrolla la sociedad civil (con los derechos humanos en primer plano), hay una genuina internacionalización de la cultura y se liquida gradualmente el sentimiento de lo “periférico” en artes y letras.
Es de resaltar, sin embargo, el trabajo de reflexión que Volpi realiza en la "Segunda consideración"; en esta parte consigue de manera amena retratar las características de la construcción del espacio político en América Latina y realiza una caracterización densa sobre los elementos que constituyen los diversos procesos políticos de nuestros países. Plantea la institucionalización de la vida política enunciando una de sus paradojas: “Paradoja latinoamericana: de un lado, la hipócrita veneración de las leyes escritas y, del otro, el burdo desprecio hacia su práctica”. Esta idea de la doble moral ya había sido abordada por John Lynch en algún otro texto [América Latina, entre colonia y nación], aunque éste refiriéndose a la influencia de lo religioso dentro de la vida social; pero cuya tesis de conflicto puede ser asumida de manera sinónima sin problemas.
         Su descripción del “caudillo democrático” redunda en la relación medios-política como un tándem que no puede ser pasado por alto: “El caudillo democrático© se aleja de las Cámaras y se rinde ante las cámaras". Más allá de la pirueta retórica, retoma uno de los elementos más conflictivos en los intentos de comprensión de América Latina: el papel de sus caudillos (concepto alrededor del cual uno de mis estudiantes, José Luis Pérez Santis, desgrana reflexiones más que pertinentes en su trabajo de fin de semestre que comentaré próximamente). Para Volpi la figura es conflictiva, porque tienen que confluir en la construcción de otro estereotipo, variadas ideologías que responden a grupos de interés incluso antagónicos. Hay una antipatía manifiesta por la figura de Hugo Chávez (los Castro son una mafia que finiquita desde la adjetivación de “tiranía” y no se preocupa en analizar ni epidérmicamente) y en, general, por los caudillos surgidos de la izquierda que han alcanzado notoriedad en elecciones recientes en nuestro continente. López Obrador es una figura complicada, incluso en términos de redacción, aparece siempre entre paréntesis o con guiones que lo separan de aquellos que sí obtuvieron las presidencias de sus países (aunque ponga a Ollanta Humala entre éstos, sin que haya resultado ganador).
         Es acá donde plantea la posibilidad de generar una comunidad americana que incluya a los países del Norte como parte de esa configuración, incluso iguala estos planteamientos con la posibilidad de que Bolívar apoyara esta idea:
[...] Acaso el tricentenario de las independencias podría celebrarse con una auténtica unión, en condiciones de igualdad y respeto, de todos los países de América. Sé que esta posibilidad incomodará a muchos, pero es la mejor esperanza que tienen sus habitantes de desarrollar sistemas democráticos más sólidos, transparentes y equitativos, desprovistos del oprobio que significan las fronteras nacionales. Quizás a Bolívar no le disgustaría tanto la idea.
La tercera consideración está dedicada a la cultura latinoamericana (o de actores de los países de eso que se llama América Latina) y la descripción de las peculiaridades de las generaciones posteriores al boom de la literatura como el germen de un nuevo estado de cosas. De resaltar es la reflexión que anima el análisis de la obra de Roberto Bolaño, a quien el autor denomina “el último escritor latinoamericano”. La razón del éxito del chileno, Volpi lo explica argumentando que su propuesta no proviene de la influencia del boom, sino de un mecanismo contrario al utilizado por los autores incluidos en esa denominación:
Si los miembros del Boom escribían libros centrados en sus respectivos lugares de origen con la vocación de convocar la elusiva esencia latinoamericana, Bolaño hizo lo inverso: escribir libros que jugaban a pertenecer a las literaturas de estas naciones pero que terminaban por revelar el carácter fugitivo de la identidad. Al impostar las voces de sus coterráneos, Bolaño se convirtió en el último latinoamericano total, capaz de suplantar a toda una generación.
Dos cosas merecen atención aparte en su texto. Por un lado la comparación que hace de las características del escritor latinoamericano del Boom con respecto al de nuestros días. Pero eso es algo que requiere otro texto. Por otro lado, digno de revisión es el canon que propone como “Breve inventario de obras de autores latinoamericanos nacidos a partir de 1960”. Relación que, como antología de nombres y obras, más que de textos, presupone el futuro y las tendencias estéticas que deberán marcar los años próximos en las letras latinoamericanas.
         De la última consideración, un juego de prospección que intenta descifrar el futuro de la región hasta el 2110. En una serie de suposiciones que, más allá del ejercicio legítimo de imaginación bien informada, no pude pasar más que por un (otro) inventario de deseos-temores-proyectos de una región que, según la tesis central, es inexistente.
         Rescatable de esta última parte es, sin lugar a dudas, la reflexión que Volpi hace alrededor del manejo político que se hará de las “celebraciones” de los bicentenarios de las independencias:
Nada como los bicentenarios para concitar fantasías de progreso, paz y comunión en nuestras alicaídas democracias. O al menos así lo piensan nuestros políticos: una buena borrachera para distraer la atención de la gigantesca crisis económica que, como un tifón largamente anunciado, golpea con toda su fuerza a la región; una cortina de humo para ocultar o al menos opacar la inseguridad, la corrupción y la miseria de nuestras repúblicas. [...] Paradójico año 2010: celebrar el fin de nuestra dependencia de una potencia extranjera justo cuando somos víctimas de los errores, los vicios y la avaricia de los especuladores de otra potencia extranjera (o en realidad de la misma que hemos padecido desde la expulsión de los españoles).
El texto es un material que requiere ser leído con atención. Creo que una de sus principales características radica en que la atención del autor se centra de manera neurótica en las posibilidades abiertas hacia el futuro, con el riesgo de que ese camino pre-visto pueda fracasar por no atender con suficiencia el pasado que significa (y mucho) la posibilidad de que la idea de América Latina (a pesar de los presagios/decretos de desaparición) sea un concepto que necesite resignificarse y que sobreviva, incluso, con la molestia intelectual y práctica que suscita su referencia.
         La lectura del ensayo es fluida, pero existen partes que no resisten un análisis puntilloso. Contradicciones que convergen en cuestiones que, por otro lado, resultan irresolubles, como la relación mercado-identidad-literatura (arte). Con muchas cosas incompletas o debatibles en extremo, sin embargo, el texto de Volpi pone muchos elementos de reflexión de cara al mediático y utilitario 2010. Para atender antes de iniciar la vorágine de “bicentenarios” continentales.

Jorge Volpi, El insomnio de Bolívar. Cuatro consideraciones intempestivas sobre América Latina en el siglo XXI, México, Debate, 2009. (Premio Iberoamericano Debate Casa de América 2009).

jueves, 19 de noviembre de 2009

Esto no ocurrió hace años, está a la vuelta de la esquina...

Guerrilla: La batalla silenciosa rumbo al 2010

Vía Milenio Semanal
[...] El 13 de noviembre de 2008 fue allanada la casa de Yolanda Castro, activista que encabezó la campaña en Chiapas por la presentación con vida de los guerrilleros eperristas Edmundo Reyes Amaya y Gabriel Alberto Cruz. A la par, el gobierno ha filtrado a la prensa informes de que supuestamente grupos como el FRAYBA, el FNLS y la OCEZ, así como algunos sacerdotes chiapanecos, en especial Jesús Landín, preparan una insurrección armada para el 2010.

Las más recientes detenciones ocurridas en este marco son las de José Manuel de la Torre y Rogelio de la Cruz. El viernes 23 de octubre [de 2010] se realizó una actividad de la cuarta visitaduría de la CNDH, en la cual se estaba capacitando a los policías a que aprendieran a respetar los derechos humanos. José Manuel y Rogelio llegaron al mediodía para dejarle una carta al cuarto visitador, en la cual pedían que investigara la detención de Che Ma y la muerte de los dos campesinos de la camioneta. A la madrugada del día siguiente José Manuel y Rogelio fueron detenidos en sus casas mientras dormían. Los policías sentaron a José Manuel en dos llantas, lo golpearon, lo asfixiaron y le dieron de tehuacanazos. Tras siete horas, con los ojos vendados, lo obligaron a firmar una confesión. Amnistía Internacional acreditó esta sesión de tortura y emitió una alerta unos días después. [...]

Leer la nota completa aquí.

martes, 17 de noviembre de 2009

El próximo miércoles


Clic en el cartel para enterarse del chisme.

El informe de la CONADEP

PRÓLOGO

Durante la década del 70 la Argentina fue convulsionada por un terror que provenía tanto desde la extrema derecha como de la extrema izquierda, fenómeno que ha ocurrido en muchos otros países. Así aconteció en Italia, que durante largos años debió sufrir la despiadada acción de las formaciones fascistas, de las Brigadas Rojas y de grupos similares. Pero esa nación no abandonó en ningún momento los principios del derecho para combatirlo, y lo hizo con absoluta eficacia, mediante los tribunales ordinarios, ofreciendo a los acusados todas las garantías de la defensa en juicio; y en ocasión del secuestro de Aldo Moro, cuando un miembro de los servicios de seguridad le propuso al General Della Chiesa torturar a un detenido que parecía saber mucho, le respondió con palabras memorables: «Italia puede permitirse perder a Aldo Moro. No, en cambio, implantar la tortura » .

No fue de esta manera en nuestro país: a los delitos de los terroristas, las Fuerzas Armadas respondieron con un terrorismo infinitamente peor que el combatido, porque desde el 24 de marzo de 1976 contaron con el poderío y la impunidad del Estado absoluto, secuestrando, torturando y asesinando a miles de seres humanos.

Continuar leyendo el informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas acá.

Felipe: lo que buscas está en el informe en el apartado de Centros de Detención operados por la Fuerza Aérea, bajo el subtítulo de "El Olimpo".

jueves, 12 de noviembre de 2009

Trabajos pendientes

Les dejo acá las fechas y características del trabajo final.

Fecha de entrega (sin prórroga posible): 26 de noviembre

Textos a entregar: El reporte del cuarto periodo analizado (Latinoamérica contemporánea) y el trabajo final.

Características del trabajo final:

1) Extensión mínima de seis cuartillas (espacio y medio, alineación justificada, tipos de imprenta: garamond, palatino, bookman).

2) Uso y referencia de, por lo menos, tres fuentes principales para la realización del trabajo. En el caso de fuentes electrónicas y de internet, privilegiar las fuentes especializadas y con cierto grado de densidad, por sobre las fuentes de referencia inmediata (enciclopedias en línea, p. e.)

3) Reflexión y abordaje crítico del tema seleccionado. Evitar las revisiones monográficas y privilegiar la reflexión densa sobre el tópico elegido.

4) Aparato crítico citado de manera textual, o cuya presencia resulte evidente a partir de las argumentaciones presentadas en el trabajo.

5) El tema es libre, acotándose a los temas abordados en clase a lo largo del semestre. Procurar privilegiar los temas que hacen referencia a la historia de América Latina en el siglo XX.

martes, 10 de noviembre de 2009

Obras de Ibargüengoitia


Los libros de Jorge Ibargüengoitia para descarga aquí:

Los pasos de López
¿QUIEN ES LÓPEZ?
"Como era pobre, varios de sus compañeros y algunas personas que lo apreciaban juntaron dinero y se lo dieron para que pagara el pasaje y se mantuviera en España mientras empezaba a correr la beca".
¿QUIEN ES LÓPEZ?
"El tiempo pasó y compañeros suyos bastante brutos llegaron a obispos y directores de seminario mientras Periñón (López) seguía en el curato de Ajetreo.. .".
¿QUIEN ES LÓPEZ?
"De regreso al pueblo se dedicaba de lleno a las manías que lo obsesionaron en la edad madura: criar gusanos de seda, cultivar vides y la que había de volverlo famoso y costarle la vida, que fue la de hacer la revolución".
¿QUIEN ES LÓPEZ?
"No llevaba sombrero y tenía la calva requemada por el sol, se sabía que era padre por el alzacuello, pero en vez de sotana llevaba pantalones y botas con espuelas. Cabalgaba dejando colgar el brazo izquierdo en cuya mano llevaba siempre la vara que usaba para espantar perros".
¿QUIEN ES LÓPEZ?
"Periñón conocía el camino del callejón del Coyote mucho mejor que Adarviles y llegamos en poco tiempo a la casa de la tía Mela. Tal como había ocurrido en mi primera visita, la puerta estaba cerrada y se oían murmullos adentro. Periñón dio, como siempre, los cuatro golpes pausados y, como la primera vez, la voz cascada advirtió: — Aquí no hay nadie, ya todas las muchachas se fueron. Entonces Periñón anunció: —Es López.
Inmediatamente se descorrieron cerrojos, se abrió la puerta, salieron a la calle media docena de putas, se hincaron en el empedrado y besaron la mano de "López".

Los relámpagos de agosto
La primera novela que escribió Ibargüengoitia, y que tituló Los relámpagos de agosto, está basada en hechos reales y conocidos, aunque los personajes son imaginarios; es el reverso humorístico de la novela de la Revolución. Dejando de lado el realismo cruento, las vivencias dolorosas, la emoción directa y el dato histórico preciso, lo que predomina aquí es una esencia satírica y quemante. La narración, presentada en la forma de "memorias" de un general revolucionario caído en desgracia y situado siempre en circunstancias mordazmente cómicas, mantiene de principio a fin el tono de la parodia y del absurdo burlón, cualidades que arrastran sin tropiezo al lector desde el primer párrafo. Escrita en 1963, esta novela ganó el premio de novela Casa de las Américas en 1964 y en la actualidad está traducida a varios idiomas. Se trata de un libro cuya finalidad es divertir, y que responde a "la necesidad de mirar el pasado con ojos nuevos", según Italo Calvino.


Maten al león
Parodia de cualquiera de las dictaduras que han asolado los países de Latinoamérica. Maten al león destaca como la única comedia dentro de lo que ya es un subgénero de la novelística hispanoamericana. Hacia finales de los años veinte, Puerto Alegre, capital de la isla caribeña de Arepa, se convierte en un centro de una conspiración política. Se trata de matar a un viejo león, cuando se dispone a reelegirse por quinta vez y propone la creación de la presidencia vitalicia. Tras varios intentos frustrados de magnicidio, resulta que el revuelo no ha sido en vano, como se descubre en el inesperado desenlace de esta novela

DESCÁRGALOS TODOS AQUÍ

Nostromo en la Gaceta de la UNAM

Presentación del Movimiento Sin Tierra



Pueden descargar la presentación acá.

jueves, 5 de noviembre de 2009

Más fuerte que el fuego (documental sobre Salvador Allende)

El 11 de septiembre de 1973, Salvador Allende ingresa a las 7:30 horas a La Moneda, la sede de su gobierno. La abandona en las primeras horas de la tarde, ya muerto. Esta película relata en detalle lo que sucedió en ese periodo con documentos fílmicos y fotográficos, grabaciones de radio y de TV que eran inéditos hasta entonces. Se trata del material filmado de Peter Hellmich y el sonido de Manfred Berger registrado en Santiago el día del golpe. También incluye entrevistas con los cabecillas responsables y registra los recuerdos del hombre que estuvo con Allende hasta el final, el doctor Danilo Bartulín. Además integra una entrevista con la viuda de Allende, Hortensia Bussi, especialmente realizada para esta película en México. A través de las imágenes de los acontecimientos de ese día en La Moneda surge el relato cautivante y las interpretaciones intentadas por amigos y enemigos.


Parte 1


Parte 2


Parte 3


Parte 4


Parte 5


Parte 6


Parte 7


Parte 8


Parte 9


Parte 10


Parte 11


Parte 12


Parte 13


Parte 14


Parte 15


Parte 16


Parte 17


Parte 18


Parte 19


Parte 20


Parte 21


Parte 22


Parte 23


Parte 24/ final

martes, 3 de noviembre de 2009

Carta abierta a la Junta Militar


* El escritor argentino Rodolfo J. Walsh nació en 1927. El 25 de marzo de 1977 un pelotón de la dictadura militar lo emboscó en Buenos Aires. Su cuerpo nunca apareció. El día anterior había escrito la Carta Abierta a la Junta Militar.

1. La censura de prensa, la persecución a intelectuales, el allanamiento de mi casa en el Tigre, el asesinato de amigos queridos y la pérdida de una hija que murió combatiéndolos, son algunos de los hechos que me obligan a esta forma de expresión clandestina después de haber opinado libremente como escritor y periodista durante casi treinta años.

El primer aniversario de esta Junta Militar ha motivado un balance de la acción de gobierno en documentos y discursos oficiales, donde lo que ustedes llaman aciertos son errores, los que reconocen como errores son crímenes y lo que omiten son calamidades.

El 24 de marzo de 1976 derrocaron ustedes a un gobierno del que formaban parte, a cuyo desprestigio contribuyeron como ejecutores de su política represiva, y cuyo término estaba señalado por elecciones convocadas para nueve meses más tarde. En esa perspectiva lo que ustedes liquidaron no fue el mandato transitorio de Isabel Martínez sino la posibilidad de un proceso democrático donde el pueblo remediara males que ustedes continuaron y agravaron.

Ilegítimo en su origen, el gobierno que ustedes ejercen pudo legitimarse en los hechos recuperando el programa en que coincidieron en las elecciones de 1973 el ochenta por ciento de los argentinos y que sigue en pie como expresión objetiva de la voluntad del pueblo, único significado posible de ese "ser nacional" que ustedes invocan tan a menudo.

Invirtiendo ese camino han restaurado ustedes la corriente de ideas e intereses de minorías derrotadas que traban el desarrollo de las fuerzas productivas, explotan al pueblo y disgregan la Nación. Una política semejante sólo puede imponerse transitoriamente prohibiendo los partidos, interviniendo los sindicatos, amordazando la prensa e implantando el terror más profundo que ha conocido la sociedad argentina.

2. Quince mil desaparecidos, diez mil presos, cuatro mil muertos, decenas de miles de desterrados son la cifra desnuda de ese terror.

Colmadas las cárceles ordinarias, crearon ustedes en las principales guarniciones del país virtuales campos de concentración donde no entra ningún juez, abogado, periodista, observador internacional. El secreto militar de los procedimientos, invocado como necesidad de la investigación, convierte a la mayoría de las detenciones en secuestros que permiten la tortura sin límite y el fusilamiento sin juicio.

Leer el texto completo (con notas de contexto) acá.

El desaparecido HGO (una historia argentina)

Manuel Rivas, vía El país.

Un caso estremecedor de aniquilamiento de una familia de gente progresista, de artistas. Entre 1976 y 1978, los militares de la tétrica dictadura argentina persiguieron, secuestraron, torturaron y asesinaron a Héctor Germán Oesterheld –el fantástico guionista de ‘El eternauta’, un personaje que creó escuela y ya es todo un clásico del cómic– y sus cuatro hijas. ‘El eternauta’ fue su gran creación premonitoria del horror.

En el lenguaje de El Eternauta, Héctor Germán Oesterheld (HGO) cumple ahora 87 años. Hijo de padre alemán judío y de madre vasco-española, HGO nació en Buenos Aires el 23 de julio de 1919. No hay fecha para su muerte. En la historia dramática de la humanidad, tal vez el eufemismo más terrible es el de “desaparecido”. El dictador argentino Videla es autor del siguiente aforismo: “No están vivos ni muertos; están desaparecidos”. HGO es un desaparecido. El número 7.546 (en la lista Conade, Comisión Nacional de Desaparecidos). Se sabe que en la Nochebuena de 1977, sus captores le dejaron cinco minutos de visión, sin capucha, que saludó uno por uno a sus compañeros de cautiverio y que cantó con un joven detenido-desaparecido la canción Fiesta de Joan Manuel Serrat. De forma premeditada, sus hijas también fueron hechas desaparecer, por este orden: Beatriz (19 años), Diana (23), Estela (24) y Marina (18). HGO es uno de los más extraordinarios creadores de aventuras del siglo XX. Cambió el perfil del héroe. El Eternauta, su principal creación, una estremecedora ficción premonitoria, atraviesa las fronteras políticas y de los géneros literarios y se erige en un clásico para mayor número de lectores cada día. Una obra homérica del cómic que interpela al género humano.

Leer el reportaje completo (con fotos) acá.

Abuelas recuperó al nieto número 98

Su historia es la de un doble desaparecido. Su madre era una militante peronista, secuestrada durante la dictadura en octubre de 1979 y desaparecida. Hasta hace muy pocos meses, ninguno de sus familiares supo que estaba embarazada al momento de la detención. El hijo nació en cautiverio, en el Hospital Militar de Campo de Mayo, pero encaró solo su propia búsqueda por la identidad a partir de una sospecha. Las Abuelas de Plaza de Mayo hoy hablarán de esa búsqueda y lo presentarán como el nieto restituido número noventa y ocho.

Con extremo sigilo, las Abuelas preservan los secretos de la causa judicial como lo hacen ante cada expediente. Cuando terminan las pruebas de sangre o las comparaciones genéticas que permiten confirmar la identidad biológica deciden finalmente hacer público todo el relato de la historia, para que otros puedan seguir o empezar ese mismo camino.

La nueva búsqueda terminó de cerrar hace apenas unos días. El viernes pasado, los familiares biológicos del niño secuestrado obtuvieron la confirmación de las pruebas de ADN. Y recién ayer lograron conocerlo.

El niño nació en el Hospital Militar de Campo de Mayo un edificio parecido a un cuartel, con explanada en la entrada, descripto en el Nunca Más con camas como en los hospitales y cubiertos con la inscripción “Ejército Argentino”. El lugar era uno de los centros clandestinos de Campo de Mayo y funcionaba como maternidad clandestina de las parturientas secuestradas. De dos a cinco días después de haber parido, todas volvían a los centros clandestinos, pero ninguna lograba sobrevivir. “Es necesario destacar –dice la página de Abuelas– que las detenidas ilegales que dieron a luz en el hospital permanecen desaparecidas”.

Hasta el momento de la detención, sus padres tenían tres hijos. Cuando los secuestraron en octubre de 1979, ninguno de los familiares sabía que ella estaba nuevamente embarazada. Y a lo mejor ni siquiera ella lo sabía, suponen algunos allegados.

Martín empezó a buscar a su familia a los quince años, cuando empezó a sospechar sobre su identidad. El hombre que aparecía como padre supuesto era un agente de inteligencia, que ahora está muerto. Dicen que el chico se acercó a Abuelas porque existía la duda, porque en su partida de nacimiento aparentemente dice que había nacido en esa unidad militar.

Cuando empezó la búsqueda, Abuelas encontró una clave para localizar a la familia. En la mayor parte de los casos, los datos de los que buscan a sus padres o a sus familias se cruzan con las muestras del banco de sangre de Abuelas con los registros de todos los familiares de desaparecidos que empezaron a buscar a sus familiares. Pero en este caso, la base de datos no servía. Las Abuelas encontraron un camino alternativo a través del testimonio de un arrepentido del Ejército, un militar que, quebrado, habría explicado que la mujer había tenido un hijo en Campo de Mayo mientras estaba detenida.

La identidad de la nieta 97 se conoció en febrero de este año cuando Estela de Carlotto contó la historia de una joven de 32 años, hija de Beatriz Recchia y Domingo García, ex militantes de Montoneros, desaparecidos en 1977 y con un embarazo de cinco meses.

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martes, 27 de octubre de 2009

Invitación

Clic en el cartel para verlo en grande

martes, 29 de septiembre de 2009

Sobre Heberto Padilla


Les dejo acá algunos poemas de Heberto Padilla, en referencia a lo que comentamos en clase el día de hoy. Saludos.

FUERA DEL JUEGO

A Yannis Ritzos, en una cárcel de Grecia.

¡Al poeta, despídanlo!
Ese no tiene aquí nada que hacer.
No entra en el juego.
No se entusiasma.
No pone en claro su mensaje.
No repara siquiera en los milagros.
Se pasa el día entero cavilando.
Encuentra siempre algo que objetar.

¡A ese tipo, despídanlo!
Echen a un lado al aguafiestas,
a ese malhumorado
del verano,
con gafas negras
bajo el sol que nace.
Siempre
le sedujeron las andanzas
y las bellas catástrofes
del tiempo sin Historia.
Es
incluso
anticuado.
Sólo le gusta el viejo Amstrong.

Tararea, a lo sumo,
una canción de Pete Seeger.
Canta,
entre dientes,
La Guantanamera.
Pero no hay
quien lo haga abrir la boca,
pero no hay
quien lo haga sonreír
cada vez que comienza el espectáculo
y brincan
los payasos por la escena;
cuando las cacatúas
confunden el amor con el terror
y está crujiendo el escenario
y truenan los metales
y los cueros
y todo el mundo salta,
se inclina,
retrocede,
sonríe,
abre la boca
“pues sí,
claro que sí,
por supuesto que sí...”
y bailan todos bien,
bailan bonito,
como les piden que sea el baile.
¡A ese tipo, despídanlo!
Ese no tiene aquí nada que hacer.


INSTRUCCIONES PARA INGRESAR EN UNA NUEVA SOCIEDAD

Lo primero: optimista.
Lo segundo: atildado, comedido, obediente.
(Haber pasado todas las pruebas deportivas).
Y finalmente andar
como lo hace cada miembro:
un paso al frente, y
dos o tres atrás:
pero siempre aplaudiendo.


LOS HOMBRES NUEVOS

Cuando los últimos disparos
resonaban en el turbio canal,
y a través de los vidrios deshechos
se empezaba a borrar el humo negro;
miramos, anhelantes,
sin advertir siquiera
que junto a la caserna abandonada,
bajo los parapetos corroídos
por la sangre y la lluvia,
ellos habían crecido
(sus ojos y sus manos y sus pelos)
y salían gritando hacia el jardín desierto:

“¡La vida es este sueño! ¡La vida es este sueño!”

Pero la vida, ¿era este sueño?
¿De verdad que pensabas en serio, mi viejo
Calderón de la Barca, que la vida es un sueño?


Más poemas acá.

martes, 15 de septiembre de 2009

Trabajo del primer periodo

Características para la entrega del trabajo del primer periodo revisado

Formales:
Extensión mínima de tres cuartillas
Alineación justificada
Fuente a 12 puntos (de preferencia Bookman, Garamond o Palatino)
Citar bibliografía referida

Contenido
Realizar un texto sobre los tópicos analizados en las primeras sesiones (caudillo, cultura, identidad, tránsito siglo XIX al XX, idea de América Latina et caetera).
La base de esa reflexión deben ser los textos analizados en clase.
Se puede hacer una relatoría de todos los textos abordados.
O la reflexión densa acerca de alguno de los conceptos.
O la profundización sobre alguno de los temas abordados, en cuyo caso se deben utilizar fuentes complementarias.

Género
Ensayo
Relato (siempre y cuando quede manifiesta la apropiación y reflexión de los textos analizados).
NO revisiones monográficas.

Fecha de entrega
22 de septiembre (no hay prórroga).

Disfruten su receso.

Prof. Édgar A. Mora

"Esa mujer" de Rodolfo Walsh


"Esa mujer" es un cuento de Rodolfo Walsh (el mejor escritor argentino a decir de Ricardo Piglia, entre otros), que hace referencia al periplo terrible que tuvo que seguir el cadáver de Eva Duarte de Perón (ver el documental La tumba inquieta, publicado anteriormente). La maestría de Walsh salva los asuntos escabrosos, pero no la sensación. Un excelente texto.


Esa mujer

El coronel elogia mi puntualidad:
         ­Es puntual como los alemanes ­dice.
          ­O como los ingleses.
          El coronel tiene apellido alemán.
          Es un hombre corpulento, canoso, de cara ancha, tostada.
          ­He leído sus cosas ­propone­. Lo felicito.
          Mientras sirve dos grandes vasos de whisky, me va informando, casualmente, que tiene veinte años de servicios de informaciones, que ha estudiado filosofía y letras, que es un curioso del arte. No subraya nada, simplemente deja establecido el terreno en que podemos operar, una zona vagamente común.
          Desde el gran ventanal del décimo piso se ve la ciudad en el atardecer, las luces pálidas del río. Desde aquí es fácil amar, siquiera momentáneamente, a Buenos Aires. Pero no es ninguna forma concebible de amor lo que nos ha reunido.
          El coronel busca unos nombres, unos papeles que acaso yo tenga.
          Yo busco una muerta, un lugar en el mapa. Aún no es una búsqueda, es apenas una fantasía: la clase de fantasía perversa que algunos sospechan que podría ocurrírseme.
          Algún día (pienso en momentos de ira) iré a buscarla. Ella no significa nada para mí, y sin embargo iré tras el misterio de su muerte, detrás de sus restos que se pudren lentamente en algún remoto cementerio. Si la encuentro, frescas altas olas de cólera, miedo y frustrado amor se alzarán, poderosas vengativas olas, y por un momento ya no me sentiré solo, ya no me sentiré como una arrastrada, amarga, olvidada sombra.
          El coronel sabe dónde está.
          Se mueve con facilidad en el piso de muebles ampulosos, ornado de marfiles y de bronces, de platos de Meissen y Cantón. Sonrío ante el Jongkind falso, el Fígari dudoso. Pienso en la cara que pondría si le dijera quién fabrica los Jongkind, pero en cambio elogio su whisky.
          El bebe con vigor, con salud, con entusiasmo, con alegría, con superioridad, con desprecio. Su cara cambia y cambia, mientras sus manos gordas hacen girar el vaso lentamente.
          ­Esos papeles ­dice.
          Lo miro.
          ­Esa mujer, coronel.
          Sonríe.
          ­Todo se encadena ­filosofa.
          A un potiche de porcelana de Viena le falta una esquirla en la base. Una lámpara de cristal está rajada. El coronel, con los ojos brumosos y sonriendo, habla de la bomba.
          ­La pusieron en el palier. Creen que yo tengo la culpa. Si supieran lo que he hecho por ellos, esos roñosos.
          ­¿Mucho daño? ­pregunto. Me importa un carajo.
          ­Bastante. Mi hija. La he puesto en manos de un psiquiatra. Tiene doce años ­dice.
          El coronel bebe, con ira, con tristeza, con miedo, con remordimiento.
          Entra su mujer, con dos pocillos de café.
          Contale vos, Negra.
          Ella se va sin contestar; una mujer alta, orgullosa, con un rictus de neurosis. Su desdén queda flotando como una nubecita.
          ­La pobre quedó muy afectada ­explica el coronel­. Pero a usted no le importa esto.
          ­¡Cómo no me va a importar!... Oí decir que al capitán N y al mayor X también les ocurrió alguna desgracia después de aquello.
          El coronel se ríe.
          ­La fantasía popular -dice-. Vea cómo trabaja. Pero en el fondo no inventan nada. No hacen más que repetir.
          Enciende un Marlboro, deja el paquete a mi alcance sobre la mesa.
          -Cuénteme cualquier chiste -dice.
          Pienso. No se me ocurre.
          ­Cuénteme cualquier chiste político, el que quiera, y yo le demostraré que estaba inventado hace veinte años, cincuenta años, un siglo. Que se usó tras la derrota de Sedán, o a propósito de Hindenburg, de Dollfuss, de Badoglio.
          -¿Y esto?
          ­La tumba de Tutankamón -dice el coronel-. Lord Carnavon. Basura.
          El coronel se seca la transpiración con la mano gorda y velluda.
          -Pero el mayor X tuvo un accidente, mató a su mujer.
          ­¿Qué más? ­dice, haciendo tintinear el hielo en el vaso.
          -Le pegó un tiro una madrugada.
          ­La confundió con un ladrón ­sonríe el coronel . Esas cosas ocurren.
          ­Pero el capitán N. . .
          ­Tuvo un choque de automóvil, que lo tiene cualquiera, y más él, que no ve un caballo ensillado cuando se pone en pedo.
          ­¿Y usted, coronel?
          ­Lo mío es distinto ­dice­. Me la tienen jurada.
          Se para, da una vuelta alrededor de la mesa.
          ­Creen que yo tengo la culpa. Esos roñosos no saben lo que yo hice por ellos. Pero algún día se va a escribir la historia. A lo mejor la va a escribir usted.
          ­Me gustaría.
          ­Y yo voy a quedar limpio, yo voy a quedar bien. No es que me importe quedar bien con esos roñosos, pero sí ante la historia, ¿comprende?
          ­Ojalá dependa de mí, coronel.
          ­Anduvieron rondando. Una noche, uno se animó. Dejó la bomba en el palier y salió corriendo.
          Mete la mano en una vitrina, saca una figurita de porcelana policromada, una pastora con un cesto de flores.
          -Mire.
          A la pastora le falta un bracito.
          ­Derby -dice. Doscientos años.
          La pastora se pierde entre sus dedos repentinamente tiernos. El coronel tiene una mueca de fierro en la cara nocturna, dolorida.
          ­¿Por qué creen que usted tiene la culpa?
          ­Porque yo la saqué de donde estaba, eso es cierto, y la llevé donde está ahora, eso también es cierto. Pero ellos no saben lo que querían hacer, esos roñosos no saben nada, y no saben que fui yo quien lo impidió.
          El coronel bebe, con ardor, con orgullo, con fiereza, con elocuencia, con método.
          -Porque yo he estudiado historia. Puedo ver las cosas con perspectiva histórica. Yo he leído a Hegel.
          ­¿Qué querían hacer?
          ­Fondearla en el río, tirarla de un avión, quemarla y arrojar los restos por el inodoro, diluirla en ácido. ¡Cuanta basura tiene que oír uno! Este país está cubierto de basura, uno no sabe de dónde sale tanta basura, pero estamos todos hasta el cogote.
          ­Todos, coronel. Porque en el fondo estamos de acuerdo, ¿no? Ha llegado la hora de destruir. Habría que romper todo.
          -Y orinarle encima.
          ­Pero sin remordimientos, coronel. Enarbolando alegremente la bomba y la picana. ¡Salud! -digo levantando el vaso.
          No contesta. Estamos sentados junto al ventanal. Las luces del puerto brillan azul mercurio. De a ratos se oyen las bocinas de los automóviles, arrastrándose lejanas como las voces de un sueño. El coronel es apenas la mancha gris de su cara sobre la mancha blanca de su camisa.
          ­Esa mujer ­le oigo murmurar­. Estaba desnuda en el ataúd y parecía una virgen. La piel se le había vuelto transparente. Se veían las metástasis del cáncer, como esos dibujitos que uno hace en una ventanilla mojada.
          El coronel bebe. Es duro.
          ­Desnuda ­dice­. Éramos cuatro o cinco y no queríamos mirarnos. Estaba ese capitán de navío, y el gallego que la embalsamó, y no me acuerdo quién más. Y cuando la sacamos del ataúd -el coronel se pasa la mano por la frente­, cuando la sacamos, ese gallego asqueroso...
          Oscurece por grados, como en un teatro. La cara del coronel es casi invisible. Sólo el whisky brilla en su vaso, como un fuego que se apaga despacio. Por la puerta abierta del departamento llegan remotos ruidos. La puerta del ascensor se ha cerrado en la planta baja, se ha abierto más cerca. El enorme edificio cuchichea, respira, gorgotea con sus cañerías, sus incineradores, sus cocinas, sus chicos, sus televisores, sus sirvientas, Y ahora el coronel se ha parado, empuña una metralleta que no le vi sacar de ninguna parte, y en puntas de pie camina hacia el palier, enciende la luz de golpe, mira el ascético, geométrico, irónico vacío del palier, del ascensor, de la escalera, donde no hay absolutamente nadie y regresa despacio, arrastrando la metralleta.
          ­Me pareció oír. Esos roñosos no me van a agarrar descuidado, como la vez pasada.
          Se sienta, más cerca del ventanal ahora. La metralleta ha desaparecido y el coronel divaga nuevamente sobre aquella gran escena de su vida.
          ­...se le tiró encima, ese gallego asqueroso. Estaba enamorado del cadáver, la tocaba, le manoseaba los pezones. Le di una trompada, mire -el coronel se mira los nudillos­, que lo tiré contra la pared. Está todo podrido, no respetan ni a la muerte. ¿Le molesta la oscuridad?
          ­No.
          ­Mejor. Desde aquí puedo ver la calle. Y pensar. Pienso siempre. En la oscuridad se piensa mejor.
          Vuelve a servirse un whisky.
          ­Pero esa mujer estaba desnuda -dice, argumenta contra un invisible contradictor-. Tuve que taparle el monte de Venus, le puse una mortaja y el cinturón franciscano.
          Bruscamente se ríe.
          ­Tuve que pagar la mortaja de mi bolsillo. Mil cuatrocientos pesos. Eso le demuestra, ¿eh? Eso le demuestra.
          Repite varias veces "Eso le demuestra", como un juguete mecánico, sin decir qué es lo que eso me demuestra.
          -Tuve que buscar ayuda para cambiarla de ataúd. Llamé a unos obreros que había por ahí. Figúrese como se quedaron. Para ellos era una diosa, qué sé yo las cosas que les meten en la cabeza, pobre gente.
          ­¿Pobre gente?
          ­Sí, pobre gente.­El coronel lucha contra una escurridiza cólera interior­. Yo también soy argentino.
          ­Yo también, coronel, yo también. Somos todos argentinos.
          ­Ah, bueno ­dice.
          ­¿La vieron así?
          ­Sí, ya le dije que esa mujer estaba desnuda. Una diosa, y desnuda, y muerta. Con toda la muerte al aire, ¿sabe? Con todo, con todo...
          La voz del coronel se pierde en una perspectiva surrealista, esa frasecita cada vez más rémova encuadrada en sus líneas de fuga, y el descenso de la voz manteniendo una divina proporción o qué. Yo también me sirvo un whisky.
          ­Para mí no es nada -dice el coronel­. Yo estoy acostumbrado a ver mujeres desnudas. Muchas en mi vida. Y hombres muertos. Muchos en Polonia, el 39. Yo era agregado militar, dése cuenta.
          Quiero darme cuenta, sumo mujeres desnudas más hombres muertos, pero el resultado no me da, no me da, no me da... Con un solo movimiento muscular me pongo sobrio, como un perro que se sacude el agua.
          ­A mí no me podía sorprender. Pero ellos...
          ­¿Se impresionaron?
          ­Uno se desmayó. Lo desperté a bofetadas. Le dije: "Maricón, ¿ésto es lo que hacés cuando tenés que enterrar a tu reina? Acordate de San Pedro, que se durmió cuando lo mataban a Cristo." Después me agradeció.
          Miró la calle. "Coca" dice el letrero, plata sobre rojo. "Cola" dice el letrero, plata sobre rojo. La pupila inmensa crece, círculo rojo tras concéntrico círculo rojo, invadiendo la noche, la ciudad, el mundo. "Beba".
          ­Beba ­dice el coronel.
          Bebo.
          ­¿Me escucha?
          -Lo escucho.
          Le cortamos un dedo.
          ­¿Era necesario?
          El coronel es de plata, ahora. Se mira la punta del índice, la demarca con la uña del pulgar y la alza.
          ­Tantito así. Para identificarla.
          -¿No sabían quién era?
          Se ríe. La mano se vuelve roja. "Beba".
          ­Sabíamos, sí. Las cosas tienen que ser legales. Era un acto histórico, ¿comprende?
          ­Comprendo.
          -La impresión digital no agarra si el dedo está muerto. Hay que hidratarlo. Más tarde se lo pegamos.
          ­¿Y?
          ­Era ella. Esa mujer era ella.
          ­¿Muy cambiada?
          ­No, no, usted no me entiende. lgualita. Parecía que iba a hablar, que iba a... Lo del dedo es para que todo fuera legal. El profesor R. controló todo, hasta le sacó radiografías.
          ­¿El profesor R.?
          -Sí. Eso no lo podía hacer cualquiera. Hacía falta alguien con autoridad científica, moral.
          En algún lugar de la casa suena, remota, entrecortada, una campanilla. No veo entrar a la mujer del coronel, pero de pronto esta ahí, su voz amarga, inconquistable.
          ­¿Enciendo?
          ­No.
          ­Teléfono.
          ­Deciles que no estoy.
          Desaparece.
          ­Es para putearme ­explica el coronel-. Me llaman a cualquier hora. A las tres de la madrugada, a las cinco.
          -Ganas de joder ­digo alegremente.
          ­Cambié tres veces el número del teléfono. Pero siempre lo averiguan.
          ­¿Qué le dicen?
          ­Que a mi hija le agarre la polio. Que me van a cortar los huevos. Basura.
          Oigo el hielo en el vaso, como un cencerro lejano.
          ­Hice una ceremonia, los arengué. Yo respeto las ideas, les dije. Esa mujer hizo mucho por ustedes. Yo la voy a enterrar como cristiana. Pero tienen que ayudarme.
          El coronel está de pie y bebe con coraje, con exasperación, con grandes y altas ideas que refluyen sobre él como grandes y altas olas contra un peñasco y lo dejan intocado y seco, recortado y negro, rojo y plata.
          ­La sacamos en un furgón, la tuve en Viamonte, después en 25 de Mayo, siempre cuidándola, protegiéndola, escondiéndola. Me la querían quitar, hacer algo con ella. La tapé con una lona, estaba en mi despacho, sobre un armario, muy alto. Cuando me preguntaban qué era, les decía que era el transmisor de Córdoba, la Voz de la Libertad.
          Ya no sé dónde está el coronel. El reflejo plateado lo busca, la pupila roja. Tal vez ha salido. Tal vez ambula entre los muebles. El edificio huele vagamente a sopa en la cocina, colonia en el baño, pañales en la cuna, remedios, cigarrillos, vida, muerte.
          -Llueve -dice su voz extraña.
          Miro el cielo: el perro Sirio, el cazador Orión.
          ­Llueve día por medio ­dice el coronel-. Día por medio llueve en un jardín donde todo se pudre, las rosas, el pino, el cinturón franciscano.
          Dónde, pienso, dónde.
          ­¡Está parada! -grita el coronel­. ¡La enterré parada, como Facundo, porque era un macho!
          Entonces lo veo, en la otra punta de la mesa. Y por un momento, cuando el resplandor cárdeno lo baña, creo que llora, que gruesas lágrimas le resbalan por la cara.
          ­No me haga caso -dice, se sienta­. Estoy borracho.
          Y largamente llueve en su memoria.
          Me paro, le toco el hombro.
          ­¿Eh? -dice­ ¿Eh? -dice.
          Y me mira con desconfianza, como un ebrio que se despierta en un tren desconocido.
          -¿La sacaron del país?
          -Sí.
          ­¿La sacó usted?
          ­Sí.
          -¿Cuántas personas saben?
          ­DOS.
          ­¿El Viejo sabe?
          Se ríe.
          -Cree que sabe.
          ­¿Dónde?
          No contesta.
          ­Hay que escribirlo, publicarlo.
          ­Sí. Algún día.
          Parece cansado, remoto.
          ­¡Ahora! ­me exaspero­. ¿No le preocupa la historia? ¡Yo escribo la historia, y usted queda bien, bien para siempre, coronel!
          La lengua se le pega al paladar, a los dientes.
          -Cuando llegue el momento... usted será el primero...
          ­No, ya mismo. Piense. Paris Match. Life. Cinco mil dólares. Diez mil. Lo que quiera.
          Se ríe.
­         ¿Dónde, coronel, dónde?
          Se para despacio, no me conoce. Tal vez va a preguntarme quién soy, qué hago ahí.
          Y mientras salgo derrotado, pensando que tendré que volver, o que no volveré nunca. Mientras mi dedo índice inicia ya ese infatigable itinerario por los mapas, uniendo isoyetas, probabilidades, complicidades. Mientras sé que ya no me interesa, y que justamente no moveré un dedo, ni siquiera en un mapa, la voz del coronel me alcanza como una revelación.
          ­Es mía -dice simplemente­. Esa mujer es mía.

[En Los oficios terrestres, Buenos Aires, De La Flor, 1986].

jueves, 3 de septiembre de 2009

Sobre La sombra del caudillo


Es la Revolución, la palabra mágica, la palabra que va a cambiarlo todo
y que nos va a dar una alegría inmensa y una muerte rápida.
Por la Revolución el pueblo mexicano se adentra en sí mismo,
en su pasado y en su sustancia,
para extraer de su intimidad, de su entraña, su filiación.
Octavio Paz, El laberinto de la soledad

La Revolución Mexicana, es un tema históricamente abordado por el cine, nacional e internacional, desde las producciones estadounidenses, a manera de noticias filmadas, documentales o ficción, captados en el momento mismo de la batalla, hasta los melodramas rancheros de los años cuarenta realizados por directores mexicanos.
          Con el triunfo de la facción constitucionalista sobre los ejércitos campesinos populares comandados por Francisco Villa y Emiliano Zapata, el nuevo estado se planteó la necesidad de modernizar al país a toda costa; gracias a ello, los realizadores mexicanos pudieron aspirar a convertir el cine en una floreciente industria a la manera de Hollywood o de Europa. Sin embargo el tema revolucionario había sido explotado por el cine extranjero y el gobierno decidió subordinar la nueva industria a sus necesidades y exigencias, prueba de ello es que en 1919, para contrarrestar la imagen externa que había del país, se estableció la censura como medio de proteger la integridad nacional.
          Salvo la producción de documentales y noticiarios propagandísticos, durante la década de los veinte y los primeros años treinta, asegurado el poder de los sonorenses comandados por Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles, el cine nacional procura ocuparse lo menos posible de aspectos políticos que revelan las contradicciones del estado emanado de la Revolución.
          El levantamiento de la fracción huertista, la rebelión cristera, las luchas antirreeleccionistas de Francisco R. Serrano y Arnulfo R. Gómez (que desembocan en la muerte de ambos líderes), el movimiento vasconcelista o los conflictos del periodo del "Maximato Callista", resultan temas prohibidos en las pantallas o, cuando mucho, aparecen en términos fílmicos, desde la perspectiva oficial de cada momento.
          Una excepción parece haber sido el documental Historia de la persecución religiosa en México (1929), realizado desde una óptica que simpatizaba con las demandas y luchas de la Liga de la defensa de la libertad religiosa y de su brazo armado, el ejército cristero. Sin embargo tendrían que pasar muchos años para que el cine mexicano se atreviera a mostrar las vicisitudes y características de los regímenes postrevolucionarios.
          En 1940 y en el contexto de la campaña almazanista, Fernando de Fuentes, el extraordinario realizador de El prisionero 13 (1933), El compadre Mendoza (1933) y Vámonos con Pancho Villa (1935) —esta última censurada por el gobierno cardenista—, filma El jefe Máximo, elocuente sátira contra el maximato ejercido por Calles a través del Partido Nacional Revolucionario (PNR), convertido por Cárdenas en Partido de la Revolución Mexicana (PRM).
          Aun con esos antecedentes, tendrían que transcurrir otras dos décadas para que Julio Bracho llevara a la pantalla su versión fílmica de la polémica novela de Martín Luis Guzmán, La sombra del caudillo. Sin embargo durante régimen de Adolfo López Mateos, ex-militante vasconcelista, y a iniciativa de las altas esferas militares encabezadas por el General Agustín Olachea, la cinta fue prohibida hasta convertirse la obra maldita del cine mexicano y la censura ejercida contra ella sería levantada hasta treinta años después.
          La novela, publicada por primera vez en 1929 en Madrid, donde estaba desterrado su autor, fue prohibida a su vez durante algunos años en México, pues sus personajes resultaban fácilmente identificables con políticos reales: El caudillo es Álvaro Obregón; Jiménez, Plutarco Elías Calles; Aguirre, una mezcla de Adolfo de la Huerta y del General Francisco Serrano, asesinado junto con sus partidarios en Huitzilac, en 1927.
          En el México de los años veinte, se aproximan las elecciones. De los dos posibles candidatos, los Generales Aguirre (Ministro de Guerra) y Jiménez (de Gobernación), el primero tiene el apoyo del presidente, otro caudillo militar, por lo que Aguirre decide no postularse. Sin embargo, luego de una discusión con Jiménez y del enfrentamiento con el caudillo (por el secuestro de su amigo, el diputado Axkaná González), Aguirre acepta la candidatura a la presidencia. Al enterarse de que va a ser detenido en previsión de una revuelta, Aguirre acepta la protección del General Elizondo, a quien cree su partidario. Sin embargo, Aguirre es traicionado y, junto con buena parte de sus seguidores, abatido a tiros en la carretera de Toluca.
          La crítica al caudillismo postrevolucionario, implícita en la novela de Guzmán, se convirtió, en manos de Bracho, en un serio cuestionamiento a los principios autoritarios del sistema político mexicano en su conjunto, lo cual explica, más no justifica, la prohibición del mencionado filme, auténtico clásico de nuestra cinematografía. En la secuencia final de La sombra del caudillo su realizador pudo plasmar, con la contundencia requerida, una interpretación de la matanza de Huitzilac, Morelos, en la que Francisco R. Serrano y un grupo de simpatizantes perdieron la vida en una forma por demás trágica.
          Los obstáculos oficiales a la exhibición de esta película influyeron negativamente en el ánimo de productores y cineastas, quienes a partir de 1970 comenzarían un lento pero irreversible proceso de distensión de la censura, que sin duda favoreció la realización de películas como: De todos modos Juan te llamas de Marcela Durán, La guerra santa, o A paso de cojo de Luis Alcoriza. En ellas se plantearon, con mayor o menor fortuna, diversos aspectos de la rebelión cristera y de su contexto sociopolítico.
          Debido a varias causas (entre ellas la profunda crisis de la industria), el cine mexicano de las últimas dos décadas, por lo general, no ha vuelto a plantear una reflexión seria en torno a la Revolución Mexicana y al periodo postrevolucionario. Cabe esperar, que las actuales circunstancias motiven nuevos planteamientos cinematográficos sobre estas etapas cruciales y determinantes de nuestra historia.

Sugerencias de análisis
México es uno de los países en el mundo que tienen el privilegio de ver, apreciar y estudiar una de sus más importantes etapas históricas registradas cinematográficamente. Pensemos en toda la riqueza que nos brindan estas imágenes, los héroes y caudillos fotografiados en movimiento, y lo que significarán estos archivos para las generaciones futuras.
          Reflexionemos en valor de los camarógrafos que arriesgaron su vida, y registraron estos importantísimos sucesos históricos sin imaginar su trascendencia futura.
          En el ámbito de literario, la novela de la Revolución Mexicana es uno de los movimientos artísticos más importantes de nuestro país, pieza clave de este movimiento es el propio Martín Luis Guzmán. Dialoguemos sí el cine mexicano ha estado a la altura de este movimiento literario.
          Investiguemos con mayor profundidad la enorme figura del escritor Martín Luis Guzmán, sobre su vida y sus obras, ya que es uno de los más grandes escritores del siglo XX en nuestro país.
          En La sombra del caudillo tanto en la novela como en la película, aparece con claridad el fenómeno conocido como "caudillismo"; un verdadero problema social que ha padecido toda América Latina similar al caciquismo. Analicemos estos fenómenos para su mejor comprensión.

Leer el libro:

La sombra del caudillo de Julio Bracho

Basada en la novela homónima de Martín Luis Guzmán, narra la historia de la sucesión presidencial en los años 20's, que aunque los nombres están cambiados, los personajes son fácilmente reconocibles: el Caudillo es el Gral. Álvaro Obregón; Jiménez es Plutarco Elías Calles; y Aguirre, una mezcla de Adolfo de la Huerta y del general Francisco Serrano, asesinado junto con sus partidarios en 1927.
         Esta es la película MÁS CENSURADA en la historia del cine mexicano (1960-1990); su director, Julio Bracho, muere en 1978 sin poder ver exhibida su estupenda obra.

         Se estrena el 25 de octubre de 1990 en la sala "Gabriel Figueroa" de la ciudad de México, con una copia de muy mala calidad en 16 mm. lo cual hace sospechar que el negativo original de 35 mm. pudo haber sido destruido por quienes desearon que esta película jamás se hubiese filmado y exhibido.


(En las últimas tres partes está lo que nos faltó de ver en clase).


Parte 1/12


Parte 2/12


Parte 3/12


Parte 4/12


Parte 5/12


Parte 6/12


Parte 7/12


Parte 8/12


Parte 9/12


Parte 10/12


Parte 11/12


Parte 12/12