jueves, 29 de abril de 2010

Óscar Arnulfo Romero

José Carlos Rovira Soler

Recuerdo bien las imágenes que nos llegaron el 24 de marzo de 1980: una televisión reproducía en imagen fija a unas monjas rodeando un cuerpo caído ante un altar. Y una noticia: el arzobispo de El Salvador, Óscar Arnulfo Romero, había sido asesinado mientras oficiaba misa en la capilla del Hospital de La Divina Providencia donde habitaba. Asesinos a sueldo habían hecho aquel trabajo.

A la vieja Europa, aquel hecho ocurrido en un pequeño país de Centroamérica le trajo a la memoria, tal vez de forma lejana, ese otro asesinato histórico trasladado al teatro por Thomas Eliot en Asesinato en la Catedral por los años 30: el del arzobispo de Canterbury, Thomas Becket, asesinado por cuatro sicarios del rey Enrique II durante su homilía de la misa de Navidad en la catedral de su arzobispado en 1170.

Pero si alguno mantenía todavía esa sensación inicial lejana y evocadora, los días que siguieron a aquel domingo de marzo de 1980 debieron precipitarlo sin duda hacia ese estremecimiento unánime: el funeral del 30 de marzo se convirtió en otra tragedia en la que cuarenta muertos y más de doscientos heridos habían sido provocados por las fuerzas de seguridad salvadoreñas y algunos francotiradores. La plaza de la Catedral de El Salvador había sido el escenario de aquella nueva tragedia.

Han pasado ya más de veinte años de aquel estremecimiento que, obligatoriamente, nos debía conducir a una reflexión ética sobre lo que había ocurrido, sobre la vida de aquel arzobispo que hasta muy entrados los años setenta estaba afincado en un conservadurismo que daba la espalda a la realidad de su país. Parece que fue 1977 el año en el que la realidad hizo caer a Romero en su camino, no hacia Damasco, sino hacia las clases populares salvadoreñas, centroamericanas y latinoamericanas. Aquel religioso de sesenta años se había metido pueblo adentro de pronto, asediado por la pobreza de sus conciudadanos, por la represión, por los crímenes que los escuadrones de la muerte realizaban contra esa Iglesia que había optado por la solidaridad y el compromiso.

Sus homilías, que en aquellos años se intentaron acallar por tantos métodos, eran denuncia y profecía, esperanza en el cielo pero, también, en la tierra, como si aquel arzobispo hubiera descubierto las causas precisas de la pobreza y las culpabilidades concretas de la represión de los pobres.

Al ejemplo de Óscar Arnulfo Romero están dedicadas estas páginas, tejidas desde hace un par de años por la voluntad y la esperanza de sus conciudadanos y de las mujeres y hombres de buena voluntad de todo el mundo. A su remembranza está dedicado ese sitio, ahora que muchos trabajan por la beatificación de quien, en cualquier caso, es ya uno de los emblemas principales de la lucha por la justicia y la verdad, para la conciencia de muchos creyentes y laicos con memoria del pasado siglo y preocupación por las afrentas y los riesgos del presente.

El sitio dedicado a la memoria de Óscar Arnulfo Romero en la Biblioteca Virtual Cervantes está por aquí.

Calendario de las últimas actividades del curso


Estas son las últimas clases y actividades que realizaremos en el curso:

4 de mayo: Pablo González Casanova et al., EZLN.
6 de mayo: Jorge Volpi, El insomnio de Bolívar (capítulo 2).
11 de mayo: Augusto Zamora Rodríguez, Ensayo sobre el subdesarrollo. Latinoamérica, 200 años después (selección).
13 de mayo: Película Cocalero.
18 de mayo: Entrega de nota. (Se recomienda asistir; no hay cambio de nota).

Recuerden que aún faltan dos trabajos: el que corresponde al cuarto bloque; y el trabajo final.

Características del trabajo final:

1) Extensión mínima de seis cuartillas (espacio y medio, alineación justificada, tipos de imprenta: garamond, palatino, bookman).

2) Uso y referencia de, por lo menos, tres fuentes principales para la realización del trabajo. En el caso de fuentes electrónicas y de internet, privilegiar las fuentes especializadas y con cierto grado de densidad, por sobre las fuentes de referencia inmediata (enciclopedias en línea, p. e.)

3) Reflexión y abordaje crítico del tema seleccionado. Evitar las revisiones monográficas y privilegiar la reflexión densa sobre el tópico elegido.

4) Aparato crítico citado de manera textual, o cuya presencia resulte evidente a partir de las argumentaciones presentadas en el trabajo.

5) El tema es libre, acotándose a los temas abordados en clase a lo largo del semestre. Procurar privilegiar los temas que hacen referencia a la historia de América Latina en el siglo XX.

La entrega de los dos trabajos restantes deberá hacerse en las clases del 11 y 13 de mayo. (No hay prórroga).

miércoles, 28 de abril de 2010

Recomendaciones cinematográficas colombianas


Soñar no cuesta nada (Argentina/Colombia, Rodrigo Triana, 2006).
Basada en hechos reales ocurridos en mayo de 2003. La película narra la historia de Porras, Venegas, Lloreda y Perlaza, pertenecientes a un grupo de soldados del ejército nacional de Colombia que combaten en la selva amazónica a una cuadrilla de la guerrilla de las FARC que tiene en su poder a unos ciudadanos norteamericanos, tras repeler al enemigo encuentran una caleta con millones de dólares que pertenecen al grupo insurgente, los nuevos millonarios se dedican a derrochar el dinero encontrado en lujosos coches, ropa , restaurantes y burdeles por lo que levantan sospechas que llevan a una investigación por la cual terminaran siendo juzgados.


Rosario Tijeras (Colombia/México/España/Brasil, Emilio Maillé, 2005).
La película, basada en el libro de Jorge Franco, se mete en la vida de una bella mujer envuelta en la subcultura de los sicarios en los últimos años de los ochenta - principios de los noventa en los barrios de Medellín, Colombia. Rosario, es una mujer peligrosa la cual fue abusada y violada a los ocho años por su padrastro. Unos vecinos la violaron a los 14 años, aunque después se vengó de uno de ellos cortándole los testículos con unas tijeras (de allí su apodo). Convertida en asesina y prostituta por su hermano mayor , que la vende a sus socios narcotraficantes. Rosario, ya adulta y proclamada como dueña de nadie, vive la vida al filo mientras intenta arreglar su pasado y a los hombres en su vida, no haciendo las mejores elecciones por el camino.


La virgen de los sicarios (España/Francia/Colombia, Barbet Schroeder, 2000).
La película cuenta la historia de Fernando, un escritor homosexual que regresa a Medellín tras varios años de ausencia y se encuentra con una ciudad plagada de violencia a causa de los carteles de la droga. Allí conoce a Alexis, un joven sicario de 16 años con quien sostiene una relación sentimental. Alexis es seguido y cazado sin éxito por los sicarios de bandas rivales, ya que es el único sobreviviente de su banda, y por venganzas, es importante acabarlo.

jueves, 22 de abril de 2010

Guatemala: la tierra arrasada


Guatemala: la tierra arrasada (Guatemala/España, José Gayá, s/f, 52 min.).

En Guatemala, luego de la intervención estadounidense para derrocar al gobierno democrático de Jacobo Arbenz Guzmán, el avance de 10 años de gobierno revolucionario es destruido e inicia una férrea persecución en contra de las organizaciones sindicales y sociales.


El papel del gobierno contrarrevolucionario y la admisión de la base de la Helvetia, una base estadounidense establecida con el objeto de ejecutar la invasión de Bahía de Cochinos en Cuba, provoca la indignación de algunos militares de los mandos medios que intentan realizar un golpe de estado a efecto de recuperar la dignidad nacional, el movimiento fracasa y los alzados se ven obligados a refugiarse en la Sierra Madre; allí, se encuentran con los miembros del Partido Guatemalteco del Trabajo, refugiados también por la represión y esta coincidencia, dota de fundamento a la lucha armada, surgiendo entonces el movimiento revolucionario guatemalteco.

Durante el conflicto armado interno, el ejército y los sectores oligárquicos de Guatemala, ensayan toda una serie de estrategias a fin de restarle base y respaldo social a al movimiento revolucionario, muchas de las cuales fueron delineadas directamente por los Estados Unidos en el marco de la guerra fría y especialmente por la denominada “Escuela de las Américas”.

Dentro de ellas, por su crudeza y salvajismo, resalta la denominada “Política de Tierra Arrasada” que, a diferencia de la estrategia militar de tierra arrasada, que presupone la quema de cultivos y animales, en Guatemala esta se extiende a la masacre y exterminio de poblaciones enteras. En sí, tierra arrasada en Guatemala es sinónimo de Genocidio.

Si bien es cierto, el ataque frontal a la población se marca como tendencia generalizada a partir de la Masacre de Panzós durante el gobierno de Kjell Eugenio Lauguerud García y se recrudece durante el Gobierno de Romeo Lucas García (período dentro del cual se da la quema de la Embajada de España y la inmolación de dirigentes campesinos), la tierra arrasada toma forma y exacerba su salvajismo durante el gobierno del General José Efraín Ríos Montt.

Este documental, recoge testimoniales de esa época, el dolor humano que aún no termina puesto que, aunque finalizó la guerra, aún no se termina de desenterrar a todas las víctimas del genocidio y finaliza con una advertencia que se hace cada vez más vigente a partir de que las condiciones de hambre, miseria, exclusión y represión y que originaron el conflicto armado interno, no han sido superadas sino que, por el contrario, recrudecidas.

Pueden seguir viendo este documental en Youtube, por aquí o en Documanía TV, por acá.

miércoles, 21 de abril de 2010

Los Sin Tierra: por los caminos de América


Los Sin Tierra: por los caminos de América (España, Miguel Barros, 2004).
Pueden ver el documental de completo en Youtube, siguiendo por aquí.


El Movimiento Sin Tierra es, probablemente, la organización social más importante del mundo. Surgido hace 20 años en plena dictadura militar en Brasil, el MST aglutina a los excluidos de la sociedad brasileña tanto del campo como de las ciudades.

Según Naciones Unidas, Brasil se encuentra a la cabeza de los países con una peor distribución de las tierras y la riqueza. El 50% de las tierras cultivables en Brasil están en manos del 1% de la población; creando así millones de familias sin tierra y sin futuro que se agolpan en favelas rodeados de pobreza y violencia. El Movimiento Sin Tierra propone una " reconquista" del campo del cual fueron expulsados y la creación de asentamientos autosostenidos.

En un país con una de las mayores superficies agrícolas del mundo, la tierra no solo es un derecho sino que es una garantía de vida. Amparados por la constitución Brasileña de finales de los años 80, este movimiento ocupa latifundios improductivos reivindicando su justo reparto entre aquellas familias que lo necesiten. De esta forma y con una organización siempre asamblearia el MST ha ido retomando millones de hectáreas en los últimos años y creando asentamientos con escuelas y atención medica. En otras palabras, los integrantes de este movimiento han conseguido recuperar la dignidad robada por los grandes latifundistas y las oligarquías dominantes. Brasil, hoy en día, todavía no ha tenido una verdadera reforma agraria.

Esta lucha por la tierra ha generado cientos de muertes entre el campesinado. Pero el MST sigue creciendo y organizándose.

martes, 20 de abril de 2010

Recomendación cinematográfica


Película de ficción de Marco Bechis sobre el campo clandestino de detención "El Olimpo", durante la dictadura militar argentina. Se puede ver completa en Youtube, por acá.

jueves, 15 de abril de 2010

Trabajo del tercer bloque


Estimados,

les envío acá las características que debe tener el tercer trabajo del curso.

Características para la entrega del trabajo del tercer periodo revisado

Formales:
Extensión mínima de tres cuartillas.
Alineación justificada.
Fuente a 12 puntos (de preferencia Bookman, Garamond o Palatino).
Citar bibliografía referida.

Contenido:
Realizar un texto sobre los tópicos analizados en este periodo: dictadura militar, dictadura unipersonalista, vocación autoritaria, conformación de regímenes militares, represión sistematizada.
La base de esa reflexión deben ser los textos analizados en clase.
Se puede hacer una relatoría de todos los textos abordados.
O la reflexión densa acerca de alguno de los conceptos.
O la profundización sobre alguno de los temas abordados, en cuyo caso se deben utilizar fuentes complementarias.

Género
Ensayo
Relato (siempre y cuando quede manifiesta la apropiación y reflexión de los textos analizados).
NO revisiones monográficas.

Fecha de entrega
Martes 20 de abril (no hay prórroga).


Prof. Édgar A. Mora

Botín de guerra de Julio E. Nosiglia


Introducción
El 24 de marzo de 1976, un nuevo golpe militar sacudió la sociedad argentina. A partir de esa fecha, el aparato represivo –que ya desde antes venía perfilándose y operando en el país– de aceitados engranajes y bestiales procedimientos, detentó en sus manos la totalidad del poder público. El Estado Terrorista surgió entonces en todo su esplendor, llevando a su máxima expresión la Doctrina de la Seguridad Nacional. En su seno, se abrazaron fraternalmente los representantes de la oligarquía, los de la Patria Financiera y sus primos hermanos de las Fuerzas Armadas y de Seguridad, verdadera Patria Torturadora a esa altura de los acontecimientos. Desde lejos, el capital multinacional y el imperio aprobaban. Desde más cerca, el Poder Judicial obedecía y la población ignoraba o prefería ignorar, amedrentada. Desde las catedrales, la inmensa mayoría de la jerarquía eclesiástica guardaba un silencio que, no pocas veces, parecía más bien una bendición.

En medio de ese panorama fue que dio comienzo la depredación. En lo exterior, los militares que gobernaban la Argentina eligieron el camino del apoyo a los más reaccionarios regímenes del continente –en ocasiones contribuyeron también a derribar autoridades constitucionales de países vecinos– y el del respaldo a las más sangrientas aventuras intervencionistas yankis. En lo interior, entronizaron el genocidio. De acuerdo con fascistas –y por momentos delirantes–reglas de juego unilateralmente impuestas, miles y miles de ciudadanos mayores de edad o apenas adolescentes, de muy variado compromiso militante –y algunos de ellos carentes de toda actividad política– fueron calificados como potenciales enemigos y pasaron a engrosar las siniestras listas que caracterizaron al Proceso: las de los torturados, las de los fusilados, las de los desaparecidos.

Eran los días de la puesta en marcha de un plan minuciosamente elaborado y dirigido por los jefes máximos de las Fuerzas Armadas y aplicado luego por una suboficialidad y por unos oficiales intermedios netamente verdugos, que aún visten uniforme y levantan –cada vez más– la voz desde los cuarteles. Eran los días de quienes aseguraban su deseo de reimplantar la decencia pero se enancaban en la corrupción, de quienes afirmaban haber llegado para fundar la paz pero traían la muerte, de quienes reivindicaban la propiedad pero robaban, de quienes lagrimeaban de emoción frente a la familia pero la destruían. Eran, en fin, los días de los lobos ya sin pieles de oveja que los disimularan.

Ni los niños se salvaron de ese apocalipsis. También formaron parte de la extensa procesión de las víctimas. Si sus padres fueron los rehenes, ellos se convirtieron en botín de guerra. Ser asesinados durante acciones represivas, ser masacrados en el vientre de sus madres, ser torturados antes o después del nacimiento, ver la luz en condiciones infrahumanas, ser testigos del avasallamiento sufrido por sus seres más queridos, ser regalados como si fueran animales, ser vendidos como objetos de consumo, ser adoptados enfermizamente por los mismos que habían destruido a sus progenitores, ser arrojados a la soledad de los asilos y de los hospitales, ser convertidos en esclavos desprovistos de identidad y libertad, tal el destino que le tenían reservado los uniformados argentinos.

Terribles sus historias. Este libro sólo pretende recoger algunas de ellas. Y las de las mujeres que entre el dolor y la esperanza los buscaron y los seguirán buscando hasta encontrar a todos y hasta que se haga realidad ese clamor que pide castigo a los culpables.

Si quieres bajar el libro de Julio Nosiglia que documenta acerca del secuestro de niños en la dictadura militar argentina, puedes intentar por aquí.

El informe de la CONADEP

PRÓLOGO

Durante la década del 70 la Argentina fue convulsionada por un terror que provenía tanto desde la extrema derecha como de la extrema izquierda, fenómeno que ha ocurrido en muchos otros países. Así aconteció en Italia, que durante largos años debió sufrir la despiadada acción de las formaciones fascistas, de las Brigadas Rojas y de grupos similares. Pero esa nación no abandonó en ningún momento los principios del derecho para combatirlo, y lo hizo con absoluta eficacia, mediante los tribunales ordinarios, ofreciendo a los acusados todas las garantías de la defensa en juicio; y en ocasión del secuestro de Aldo Moro, cuando un miembro de los servicios de seguridad le propuso al General Della Chiesa torturar a un detenido que parecía saber mucho, le respondió con palabras memorables: «Italia puede permitirse perder a Aldo Moro. No, en cambio, implantar la tortura » .

No fue de esta manera en nuestro país: a los delitos de los terroristas, las Fuerzas Armadas respondieron con un terrorismo infinitamente peor que el combatido, porque desde el 24 de marzo de 1976 contaron con el poderío y la impunidad del Estado absoluto, secuestrando, torturando y asesinando a miles de seres humanos.

Continuar leyendo el informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas acá.

martes, 13 de abril de 2010

La vida del Che de HGO y los Breccia


Guión: Héctor Oesterheld
Dibujos: Alberto Breccia / Enrique Breccia

En 1968 el guionista argentino Héctor Oesterheld es convocado para realizar una biografía en forma de historieta de la vida de Ernesto “Che” Guevara, quien pocos meses atrás había sido fusilado en Bolivia. Para la parte gráfica convocó a Alberto Breccia y, su entonces joven hijo (22 años), Enrique Breccia. Fue la primer colaboración firmada por padre e hijo, y no se trató de un trabajo en conjunto, sino que cada cual tomó una etapa determinada de la vida del biografiado para su desarrollo.


Descarga el cómic por aquí.

El desaparecido HGO (una historia argentina)


Manuel Rivas

Un caso estremecedor de aniquilamiento de una familia de gente progresista, de artistas. Entre 1976 y 1978, los militares de la tétrica dictadura argentina persiguieron, secuestraron, torturaron y asesinaron a Héctor Germán Oesterheld –el fantástico guionista de ‘El eternauta’, un personaje que creó escuela y ya es todo un clásico del cómic– y sus cuatro hijas. ‘El eternauta’ fue su gran creación premonitoria del horror.

En el lenguaje de El Eternauta, Héctor Germán Oesterheld (HGO) cumple ahora 87 años. Hijo de padre alemán judío y de madre vasco-española, HGO nació en Buenos Aires el 23 de julio de 1919. No hay fecha para su muerte. En la historia dramática de la humanidad, tal vez el eufemismo más terrible es el de “desaparecido”. El dictador argentino Videla es autor del siguiente aforismo: “No están vivos ni muertos; están desaparecidos”. HGO es un desaparecido. El número 7.546 (en la lista Conade, Comisión Nacional de Desaparecidos). Se sabe que en la Nochebuena de 1977, sus captores le dejaron cinco minutos de visión, sin capucha, que saludó uno por uno a sus compañeros de cautiverio y que cantó con un joven detenido-desaparecido la canción Fiesta de Joan Manuel Serrat. De forma premeditada, sus hijas también fueron hechas desaparecer, por este orden: Beatriz (19 años), Diana (23), Estela (24) y Marina (18). HGO es uno de los más extraordinarios creadores de aventuras del siglo XX. Cambió el perfil del héroe. El Eternauta, su principal creación, una estremecedora ficción premonitoria, atraviesa las fronteras políticas y de los géneros literarios y se erige en un clásico para mayor número de lectores cada día. Una obra homérica del cómic que interpela al género humano.

(Seguir leyendo el reportaje de El país acá).

martes, 6 de abril de 2010

Eduardo Galeano sobre Haití


La maldición blanca

Tomado de: Página/12, Buenos Aires, domingo 4 de abril de 2004.


El primer día de este año, la libertad cumplió dos siglos de vida en el mundo. Nadie se enteró, o casi nadie. Pocos días después, el país del cumpleaños, Haití, pasó a ocupar algún espacio en los medios de comunicación; pero no por el aniversario de la libertad universal, sino porque se desató allí un baño de sangre que acabó volteando al presidente Aristide.

Haití fue el primer país donde se abolió la esclavitud. Sin embargo, las enciclopedias más difundidas y casi todos los textos de educación atribuyen a Inglaterra ese histórico honor. Es verdad que un buen día cambió de opinión el imperio que había sido campeón mundial del tráfico negrero; pero la abolición británica ocurrió en 1807, tres años después de la revolución haitiana, y resultó tan poco convincente que en 1832 Inglaterra tuvo que volver a prohibir la esclavitud.

Nada tiene de nuevo el ninguneo de Haití. Desde hace dos siglos, sufre desprecio y castigo. Thomas Jefferson, prócer de la libertad y propietario de esclavos, advertía que de Haití provenía el mal ejemplo; y decía que había que “confinar la peste en esa isla”. Su país lo escuchó. Los Estados Unidos demoraron sesenta años en otorgar reconocimiento diplomático a la más libre de las naciones. Mientras tanto, en Brasil, se llamaba haitianismo al desorden y a la violencia. Los dueños de los brazos negros se salvaron del haitianismo hasta 1888. Ese año, el Brasil abolió la esclavitud. Fue el último país en el mundo.


Haití ha vuelto a ser un país invisible, hasta la próxima carnicería. Mientras estuvo en las pantallas y en las páginas, a principios de este año, los medios trasmitieron confusión y violencia y confirmaron que los haitianos han nacido para hacer bien el mal y para hacer mal el bien.

Desde la revolución para acá, Haití sólo ha sido capaz de ofrecer tragedias. Era una colonia próspera y feliz y ahora es la nación más pobre del hemisferio occidental. Las revoluciones, concluyeron algunos especialistas, conducen al abismo. Y algunos dijeron, y otros sugirieron, que la tendencia haitiana al fratricidio proviene de la salvaje herencia que viene del Africa. El mandato de los ancestros. La maldición negra, que empuja al crimen y al caos.

De la maldición blanca, no se habló.


La Revolución Francesa había eliminado la esclavitud, pero Napoleón la había resucitado:

—¿Cuál ha sido el régimen más próspero para las colonias?

—El anterior.

—Pues, que se restablezca.

Y, para reimplantar la esclavitud en Haití, envió más de cincuenta naves llenas de soldados.

Los negros alzados vencieron a Francia y conquistaron la independencia nacional y la liberación de los esclavos. En 1804, heredaron una tierra arrasada por las devastadoras plantaciones de caña de azúcar y un país quemado por la guerra feroz. Y heredaron “la deuda francesa”. Francia cobró cara la humillación infligida a Napoleón Bonaparte. A poco de nacer, Haití tuvo que comprometerse a pagar una indemnización gigantesca, por el daño que había hecho liberándose. Esa expiación del pecado de la libertad le costó 150 millones de francos oro. El nuevo país nació estrangulado por esa soga atada al pescuezo: una fortuna que actualmente equivaldría a 21,700 millones de dólares o a 44 presupuestos totales del Haití de nuestros días. Mucho más de un siglo llevó el pago de la deuda, que los intereses de usura iban multiplicando. En 1938 se cumplió, por fin, la redención final. Para entonces, ya Haití pertenecía a los bancos de los Estados Unidos.


A cambio de ese dineral, Francia reconoció oficialmente a la nueva nación. Ningún otro país la reconoció. Haití había nacido condenada a la soledad.

Tampoco Simón Bolívar la reconoció, aunque le debía todo. Barcos, armas y soldados le había dado Haití en 1816, cuando Bolívar llegó a la isla, derrotado, y pidió amparo y ayuda. Todo le dio Haití, con la sola condición de que liberara a los esclavos, una idea que hasta entonces no se le había ocurrido. Después, el prócer triunfó en su guerra de independencia y expresó su gratitud enviando a Port-au-Prince una espada de regalo. De reconocimiento, ni hablar.

En realidad, las colonias españolas que habían pasado a ser países independientes seguían teniendo esclavos, aunque algunas tuvieran, además, leyes que lo prohibían. Bolívar dictó la suya en 1821, pero la realidad no se dio por enterada. Treinta años después, en 1851, Colombia abolió la esclavitud; y Venezuela en 1854.


En 1915, los marines desembarcaron en Haití. Se quedaron diecinueve años. Lo primero que hicieron fue ocupar la aduana y la oficina de recaudación de impuestos. El ejército de ocupación retuvo el salario del presidente haitiano hasta que se resignó a firmar la liquidación del Banco de la Nación, que se convirtió en sucursal del Citibank de Nueva York. El presidente y todos los demás negros tenían la entrada prohibida en los hoteles, restoranes y clubes exclusivos del poder extranjero. Los ocupantes no se atrevieron a restablecer la esclavitud, pero impusieron el trabajo forzado para las obras públicas. Y mataron mucho. No fue fácil apagar los fuegos de la resistencia. El jefe guerrillero, Charlemagne Péralte, clavado en cruz contra una puerta, fue exhibido, para escarmiento, en la plaza pública.

La misión civilizadora concluyó en 1934. Los ocupantes se retiraron dejando en su lugar una Guardia Nacional, fabricada por ellos, para exterminar cualquier posible asomo de democracia. Lo mismo hicieron en Nicaragua y en la República Dominicana. Algún tiempo después, Duvalier fue el equivalente haitiano de Somoza y de Trujillo.


Y así, de dictadura en dictadura, de promesa en traición, se fueron sumando las desventuras y los años.

Aristide, el cura rebelde, llegó a la presidencia en 1991. Duró pocos meses. El gobierno de los Estados Unidos ayudó a derribarlo, se lo llevó, lo sometió a tratamiento y una vez reciclado lo devolvió, en brazos de los marines, a la presidencia. Y otra vez ayudó a derribarlo, en este año 2004, y otra vez hubo matanza. Y otra vez volvieron los marines, que siempre regresan, como la gripe.

Pero los expertos internacionales son mucho más devastadores que las tropas invasoras. País sumiso a las órdenes del Banco Mundial y del Fondo Monetario, Haití había obedecido sus instrucciones sin chistar. Le pagaron negándole el pan y la sal. Le congelaron los créditos, a pesar de que había desmantelado el Estado y había liquidado todos los aranceles y subsidios que protegían la producción nacional. Los campesinos cultivadores de arroz, que eran la mayoría, se convirtieron en mendigos o balseros. Muchos han ido y siguen yendo a parar a las profundidades del mar Caribe, pero esos náufragos no son cubanos y raras veces aparecen en los diarios.

Ahora Haití importa todo su arroz desde los Estados Unidos, donde los expertos internacionales, que son gente bastante distraída, se han olvidado de prohibir los aranceles y subsidios que protegen la producción nacional.


En la frontera donde termina la República Dominicana y empieza Haití, hay un gran cartel que advierte: El mal paso.

Al otro lado, está el infierno negro. Sangre y hambre, miseria, pestes.

En ese infierno tan temido, todos son escultores. Los haitianos tienen la costumbre de recoger latas y fierros viejos y con antigua maestría, recortando y martillando, sus manos crean maravillas que se ofrecen en los mercados populares.

Haití es un país arrojado al basural, por eterno castigo de su dignidad. Allí yace, como si fuera chatarra. Espera las manos de su gente.


Haití: la lucha initerrumpida de Gerard Pierre-Charles


Alejandro Álvarez Martínez
CCyDEL/UNAM

El destacado académico y activista político haitiano, Gerard Pierre-Charles, murió en la tarde del 10 de octubre de 2004, como consecuencia de un paro respiratorio. Contaba con 68 años de edad. Pierre-Charles regresó a Haití en 1986, después de 26 años de exilio en México. Fue una pieza fundamental en la lucha democratizadora de su país en contra del sistema autoritario prevaleciente.

(Para ver una semblanza del autor del texto que revisamos hoy en clase, ver acá).

Haití: los inciertos caminos hacia la democracia


Ana Inés López-Accoto y Javier M. González

El país más pobre del hemisferio -y uno de los más pobres de la Tierra- tiene también una terrible historia política, con frecuentes cambios de gobierno marcados por asesinatos y revoluciones.
(Leer algo de historia contemporánea de Haitía acá).