Manuel Francisco Carreño
La espada de los sueños
Revisando el libro de visitas de la Quinta de Bolívar, se puede identificar un hecho muy curioso. En medio de todos los objetos de la colección de la Quinta que pertenecieron al Libertador, hay uno que se reclama por encima de los demás. Curiosamente este objeto no se encuentra ahí y de allí la necesidad de encontrarlo. La espada de Bolívar se ha convertido en una de las antigüedades más famosas del país en los últimos 25 años y, sin embargo, nadie menor de 25 años la conoce o la ha visto. A partir de su hurto en la Quinta de Bolívar, una simple pieza de museo se volvió fundamental en la cultura colombiana, gracias a que logró construir toda una leyenda a su alrededor, y de esta forma volverse un elemento de unión en una nación que tanto necesita de este tipo de elementos de cohesión en la actualidad. A continuación la historia de una espada cuyo principal filo es el espíritu de la independencia, y cuya empuñadura esta hecha de sueños de libertad. Esta es la historia del M-19 y la espada de Bolívar.
La idea
A comienzos de los años setenta Lucho Otero era un integrante de las FARC, que trabajaba en conformar un grupo urbano de la organización, por orden de Jacobo Arenas y de Manuel Marulanda. Por esas épocas Otero y otros compañeros, entre los que se incluía Jaime Bateman, leyeron un libro sobre los tupamaros, el grupo guerrillero del Uruguay, quienes se robaron la bandera del prócer José Gervasio Artigas, quien fuera el libertador de dicho país. Después de leer ese libro, a Otero se le ocurrió la idea de robar la espada de Bolívar. Otero le comentó la idea a Bateman, quien le sugirió se lo propusieran a las FARC “Eso fue como en el año setenta. El flaco va ante las directivas del partido comunista y propone la idea. Contestan que eso no vale la pena porque la espada es un aparato de museo” [19]. Bateman, Otero y otros más se distancian del partido, ellos quieren conformar un grupo de lucha armada urbana. En 1973, ya fuera de las FARC, los mismos tupamaros los inspiran para hacer un movimiento no muy conocido, llamado “los comuneros", que dura de febrero a octubre de 1973. Este movimiento, hace las primeras operaciones de inteligencia, para lo que más adelante sería la sustracción de la espada
de Bolívar en 1974”.
El símbolo bolivariano
La espada de Bolívar no sólo se volvería el símbolo del movimiento, también sería el soporte de un pensamiento novedoso dentro de los movimientos de izquierda en Colombia: El pensamiento bolivariano. Hasta ese momento los movimientos guerrilleros en Colombia tenían como principales fuentes ideológicas las revoluciones de China o Rusia, “hasta ese momento la guerrilla colombiana estaba en la decisión sobre sí Moscú o Pekín, si el Leninismo o el Maoísmo, pero nosotros en cambio éramos nacionalistas” [20]. El M-19 instauró un movimiento basado en símbolos más cercanos a la historia y tradición colombianas, pensaron en figuras que hubieran luchado por el país y no en historias sobre revoluciones a cientos de kilómetros de Suramérica. Parecía que el nuevo grupo insurgente, que empezaba a formarse en 1973, veía esos ideales de lucha latinoamericanos encarnados en Bolívar como un excelente soporte ideológico.
Con esto se buscaba darle a la revolución una identidad, identidad con la que el pueblo se sentiría mucho más identificado. “Queríamos hacer un movimiento para el país, para la gente común y corriente, para la gente que quisiera cambiar este país. Y el nacionalismo allí era un factor esencial que no veíamos en las FARC Comenzamos a pensar en el tipo de operación político militar, que se relacionara con Bolívar, para reivindicarlo, para alejarlo de los libros de historia” [21]. Bolívar era la imagen de un luchador contra la opresión, de un hombre que había empuñado las armas para defender y proteger a su pueblo, esto era lo que el M-19 buscaba hacer, de esta forma aquella idea de Lucho Otero sobre el robo de la espada encajaba perfectamente.
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