TOMOCHIC DE HERIBERTO FRÍAS: VIOLENCIA CAMPESINA, MELANCOLÍA Y GENEALOGÍA FRATRICIDA DE LAS NACIONES
Juan Pablo Dabove
University of Colorado - Boulder
University of Colorado - Boulder
[...] Tomochic fue excepcional porque puso en entredicho algunas de las convicciones centrales en las que se asentaba la ideología modernizadora del Porfiriato. A pesar de los realizados por parte de los gobiernos estadual y federal por “indianizar” el conflicto (Cf.Vanderwood), no se pudo ocultar que –como señala Frías con alguna extrañeza– Tomochic no era “una tribu bárbara” (57). Contra estos últimos una campaña hubiese presentado obstáculos materiales, pero nunca culturales (la distancia que separaba a los contendientes hubiese sido obvia, e infranqueable, Cf. la guerra contra el Cruzob). Pero Tomochic era un pueblo de “criollos”,algunos de ellos descendientes de las primeras familias en colonizar el norte de México (Vanderwood, 110): “sangre española, sangreárabe, de fanatismo cruel y de bravura caballeresca, circulaba en aquella raza maravillosa tarahumara y andaluza...” (Frías, 57).
Los tomochitecos, de acuerdo a los paradigmas positivistas que dominaban el pensamiento mexicano (Cf. Francisco Bulnes o Andrés Molina Enríquez), no eran parte de “los problemas de México”, sino que representaban un modo de sociabilidad y producción exaltado como el núcleo de la demografía y la producción nacional: la pequeña y mediana propiedad (Molina Enríquez) de agricultura extratropical (Bulnes) en oposición al régimen de la gran hacienda de producción tropical. Como acertadamente señala Joshua Lund, la campaña de Tomochic fue considerada por una parte importante de la intelectualidad mexicana, no como una campaña contra un “otro” bárbaro e inferior, cuya supresión es la condición de posibilidad de afirmación de la nacionalidad, sino como una campaña contra México mismo, una “guerra horrenda de mexicanos contra mexicanos, en el santo nombre de Dios” (273).
Leer este ensayo de investigación aquí.
Los tomochitecos, de acuerdo a los paradigmas positivistas que dominaban el pensamiento mexicano (Cf. Francisco Bulnes o Andrés Molina Enríquez), no eran parte de “los problemas de México”, sino que representaban un modo de sociabilidad y producción exaltado como el núcleo de la demografía y la producción nacional: la pequeña y mediana propiedad (Molina Enríquez) de agricultura extratropical (Bulnes) en oposición al régimen de la gran hacienda de producción tropical. Como acertadamente señala Joshua Lund, la campaña de Tomochic fue considerada por una parte importante de la intelectualidad mexicana, no como una campaña contra un “otro” bárbaro e inferior, cuya supresión es la condición de posibilidad de afirmación de la nacionalidad, sino como una campaña contra México mismo, una “guerra horrenda de mexicanos contra mexicanos, en el santo nombre de Dios” (273).
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